Uno sabe en su fuero interno lo que desea, aquello que de alguna manera le motiva y le llena de emoción e ilusión. Esto suele suceder cuando aún somos niños y conservamos esa inocencia que luego, por lo general, vamos perdiendo. Nos han enseñado que hacernos adultos equivale a renunciar a esas ilusiones. Y, efectivamente, uno se acaba perdiendo en caminos sin sentido. Quizá por esa razón me embarqué en la travesía de escribir libros ilustrados asumiendo el riesgo.
Acaso no es la vida como un libro que vamos escribiendo con traicionera tinta negra y no te permite cambiar lo que ya está escrito, como si se tratara de una obra de teatro que no permite ensayos; solo nos queda el consuelo de intentar mejorar nuestra gramática y cuidar la narrativa para las siguientes páginas. Lo que has escrito pasado está y las desgracias forman parte de algunos párrafos llenos de tachones, propios del escritor inexperto. Sí; no hay duda, la vida es como un buen libro, de los que no puedes parar de leer, siempre expectante por saber su final. Aunque, en realidad, lo mejor del libro no es su enigmático desenlace; al fin y al cabo, es solo un instante suspendido en el espacio y el tiempo, como un péndulo cuya cuerda está a punto de rasgarse. No; lo que realmente nos mantiene enganchados a la lectura es el desarrollo de la trama e ir alternando algunos capítulos tristes, otros felices y otros excitantes, a través de los cuales seguimos pasando las páginas para saber lo que nos deparará en el siguiente capítulo. Es un libro especial porque cuando, con el transcurso de largos años vividos, lo sostenemos entre nuestras manos, acariciamos con cariño la tapa polvorienta casi con la misma ilusión que un niño al que le han regalado su primer cuento, lo abrimos y al hojear sus frágiles hojas vemos que siempre hemos querido, hay personas que siempre quedarán en nuestro recuerdo pero que, por la mala legibilidad, lamentablemente se han perdido a lo largo de la narración... Y ayer ya pasó y se convirtió en pasado. Ahora toca comenzar con la página siguiente, escribiendo con la incertidumbre que brinda cada página en blanco.
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Eduardo Fernández DíazMe apasiona todo lo referente a la ilustración, la fotografía y el diseño. Siempre estoy con miles de proyectos en mente. CategoríasArchivos |